EL MIEDO DE LA ROSA

Teme cualquier rosa a marchitarse,
a morir sin más el próximo invierno.

Aquella que otrora
ya hizo brillar
jardines de un rey,
o que sonrojó
bajo algún balcón
a alguna doncella
que la recibió
junto a una sonata
de su pretendiente.

Se niega a tener
que por marrón cambiar
el rojo carmín
que cubrió sus pétalos,
y verlos secar,
 perderse y morir
igual que el olor
con que ella embriagaba.

¡Ella que alegraba fiestas
y trajo el color a cenas de gala!
¡Ella que se paseó
por el bulevar
en una solapa!

Ahora tiene miedo de ser olvidada.
Miedo a que nadie recuerde
cómo ella se abrió,
cómo perfumó
la sala de casa...

Y no niega aquel dolor
que sus espinas causaron
cuando sin mucho cuidado
la quisieron poseer.
Que es también labor de rosa,
el se hacer de merecer.

Pero tiene miedo, teme,
a nunca más florecer,
a no pinchar ya más almas...
¡Qué efímera su vida es!
¡Qué fugaz su primavera pasa!

Ve sus pétalos caer,
uno a uno van cubriendo
ese suelo que, después,
será cuna de otras rosas
que de ella han de absorver
el perfume que dejó
y que nunca ha de volver.

Murió la rosa con miedo.
Se marchitó sin saber
que fue el abono de otras
que aún están por florecer
y que heredarán su aroma
y su carmín de mujer.


MIS ABUELOS

Trenzados para siempre,
como aquella cesta de mimbre roja y rosada,
van ahora mi mente y tu recuerdo.

Bordados por ti en mi pecho
llevo tu discurso y las directrices
que hacen de mi mi yo más tuyo.

Y el peine negro,
que peinó tus canas y mis cabellos,
duerme ahora guardado en los bolsillos de nuestra memoria,
como un reloj mudo del tiempo
                            [que nos faltó.]

Severa y artística, como tú,
como mis días contigo.
Nos dejaste así, cual tus muñecos de trapo,
modelados por tus manos pero con ausencia de aliento.

...En mis sueños ahora os veo,
alejaros cogidos del brazo.

NANA DULCE

Mi nana es de arroz con leche
con suspiros de canela,
trae susurros de limón
para dormirte mi reina.

Duerme niña que la luna
vendrá a traerte una estrella
para que puedas jugar
a que se esconde y la encuentras.

Duermen ya Pelota Rota,
 Cocinita y Bicicleta,
ahora sólo faltas tú,
mi carita de muñeca.

¡Ay si mi nana hiciese
que mi niña se rindiera
al trinar del ruiseñor,
al canto de las sirenas...!

Nana dulce de limón
con suspiros de canela,
la leche te la doy yo,
tú me das la vida entera.

SALVE

¡Salve! al corazón que ama
sin esperar ser amado.
¡Salve! al que en ti confía
sin recelos infundados.
¡Salve! a aquel que reparte
de lo que no tiene un cuarto.
¡Salve! al que es feliz
con el camino tomado.

¡Sálvame del que no fue por mis palabras loado!

SONRIEN SUS OJOS

Sonríe ella
y veo en sus ojos
un mar entero.

Son sus pupilas
los dos barquitos
que no se hundieron,
que sobreviven
a mis tormentas,
que a rescatarme
vienen sin remo.

Sonríe ella
y se para el mundo,
pierdo el timón
y a la mar me entrego.


CON LOS PIES DESCALZOS (al nacimiento de Antonio)

Con los pies descalzos,
como a mí llegaste,
es como me siento
si vuelvo a acunarte,
con los pies descalzos
tocando la hierba
que de la maleza
haces que florezca.

Te observo en tu sueño
y creo que te veo
ya aquí en mis rodillas
contándote un cuento,
cuento ni de reyes
ni de caballeros,
sino alguna historia
de las del abuelo.

¡Crece, ama, vive!
no lo dudes, ¡vamos!
El sendero es hierba
que por ti he sembrado,
para que la pises
con los pies descalzos.

FORTALEZA

Es viento y niños corriendo,
pieles de color canela.
Espumas blancas
y penas que se esfuman con el tintineo del heladero.

Cometas danzantes,
velas frente al viento,
esferas en movimiento
que entran y salen de mi vista,
 pero el gentío no cesa.

Las nubes que son de coco
se derraman en la arena.
El mar, como tus ojos,
no tiene un color cualquiera.

Huelo el dulce de maíz
de un vendedor que se acerca.
Un niño con cubo y pala
construye su Fortaleza.

De nuevo el mar...
son tus ojos que hasta el fondo me revuelcan.

Salgo a flote a respirar
y ya he perdido la cuenta
de las veces que me ahogué
abandonada a tu esencia.


SONRIÉNDOME

Te buscaba entre la gente,
y sin duda te encontraba.

Mirándome de reojo.
Sonriéndome.

Y mi alma, que es incauta desdichada,
se iba volando a tu encuentro.

Ya no me importaba nada,
porque todo está perdido
después de una noche larga
en la que ardían mis manos
y la razón se esfumaba.

ENCUENTRO

Con el corazón latiendo
muy cerca de la garganta,
como si acabara el mundo
y los dos solos quedaran.

Las aguas que se encontraron
eran ellos que con ganas,
querían poderse mezclar,
pero es la vida quien manda...

O quizás somos nosotros
que arrastrados y sin ganas
seguimos como corriente
caricias aletargadas.

Quién sabe si el tiempo cruel
que los secretos acalla
quiera que vuelvan a arder
sus corazones en llamas,
cuando ya no haya remedio,
y se hayan roto sus alas.

AMAzonas

Aquí el agua se evapora
para rizar mis cabellos
que se me antojan raíces
que me anclan a este suelo.

Miro al cielo y veo colores
que los pájaros trajeron
por alegrar esas sombras
que del rio son reflejo.

Humedad que te devora,
que se te cala en los huesos,
que te hace volar el alma,
y te paraliza el cuerpo.

Mis ojos están clavados
otra vez en este cielo
salpicado de hojas verdes
de mariposas y truenos...

...y recobré la consciencia
al oir tu voz de nuevo,
pero era el Amazonas
que fluía a mar abierto
buscando su libertad,
como yo busco tu aliento.

HISTORIAL MÉDICO DE UN AMOR CONTAGIOSO (para la boda de Manu y Andrea)

Se encontraban en baja forma, nada grave a destacar, con alguna que otra recaída de tristeza y mil ocupaciones que mantenían sus pulsaciones en un ritmo razonable. Pequeñas dosis de diversión, como a cualquier joven de su edad les mantenían estables, pero sabían, aunque quisieran no pensar en ello, que lo que habían ingerido hasta ese momento no dejaban de ser fórmulas experimentales, tiritas en el corazón, una automedicación de placebo sin efectos secundarios, para bien o para mal... Pero un día ocurrió, como las mejores cosas en la vida, que llegan a la consulta sin cita marcada y saltándose la fila de espera. Con la tensión por la nubes y la frecuencia cardiaca en niveles desorbitados supieron que su cuadro clínico había sido alterado, habían salido de aquella uci de monotonía... Contacto visual… ok, respiración de él… asistida por ella, pulso de ella…acelerado por él...Buscaron juntos y con urgencia dentro de si el motivo, el remedio, la cura a aquel ardor y fueron diagnosticados, lo que sentían era amor. Sucumbieron a la infección, contagiando a quienes estábamos cerca de ellos de esa energía positiva que se infiltra bajo la epidermis, se transmite como un virus de alegría, provocaban envidia, de la sana, no como ellos, enfermos de pasión. Y así fue como se enfrentaron al mal de amores, sin anestesias, sólo con cura de besos, generosidad en vena y tomándose los pequeños defectos del otro por vía oral, solo así hace efecto, solo así el cuadro se mantiene estable. Y yo, que tengo el vade-mecum del amor descatalogado, os extiendo, si me permitís, mi receta: seguid así, alimentándoos del suero del respeto, haced que el deseo os mantenga siempre la temperatura alta, continuad con las pequeñas dosis de cariño, una inyección de besos antes de dormir y un abrazo en ayunas. No permitáis que la rutina convierta en plano el encefalograma de vuestras ilusiones, y si la vida os fractura el alma, nunca perdáis las ganas de continuar queriéndoos a corazón abierto, suturando las heridas, aceptando las cicatrices del otro, prometiendo no hurgar en ninguna yaga que esté aún abierta, que los reproches escuecen y sólo las caricias son bálsamos. Dejad siempre y como es de costumbre alguna hora libre para las visitas, otras tantas que, como yo, querrán saber de vuestra evolución. Usad la ambulancia de la curiosidad siempre que podáis, descubriendo juntos nuevos lugares, me dijeron que aires nuevos siempre vienen bien para la alergia al tedio y el conformismo. Continuad así, leyendo juntos el prospecto antes de tomar cualquier decisión importante, y…ante cualquier duda, consultad conmigo, vuestra amiga-farmacéutica, y os prometo, que siempre, siempre, estaré de guardia.

SOMBRA, CAMINO Y VARA

Sombra, camino y vara
eres tú si pienso un poco.

Sombra que a mí se pega
y va detrás de mi espalda,
aunque discreta y sumisa
sin ella yo no soy nada.
Te me pegaste a mis suelas,
y ahora, ¿quién te separa?
Sé mi sombra hasta el final,
muévete como me muevo,
pero no desaparezcas
si ves que está oscureciendo.

Camino que he de seguir,
te haces llano y placentero.
Me traes brisa del arroyo,
tus recodos son mi aliento.
Camino, que aunque intrincado,
al final se hace derecho.
Tus ojos son los paisajes
que acompañan al viajero.
Camino que me conduces,
llévame siempre más lejos,
aunque allí ya no haya nada,
aunque solos tú y yo estemos.
Vara firme que endereza,
que muestra el sentido cierto,
que es apoyo en la flaqueza.
Que prolonga, si la prendo,
mi brazo para alcanzar
a los sueños que no tengo.
Vara mantente firme,
ayúdame te lo ruego,
cuando la sombra se alargue,
cuando el camino sea estrecho.

Sombra, camino y vara,
eso eres si lo pienso.

LA VIDA ES UN LIENZO BLANCO QUE PINTAR

Tú eres mi óleo blanco:
Haces que el rojo de mi pasión
de rosa ruborice mis mejillas.

Eres el blanco de mi paleta:
Vuelves celestes
mis cielos azul tormenta.

Tú mi blanco imprescindible.

Gracias por hacer de mi profundo negro
sólo una escala de grises.

DEJÁNDOME CRECER EL PELO Y LAS ALAS

Alas para volar
y mi pelo alborotado.
No necesito más
para seguirte los pasos.
Alas para volar,
y mi pelo, que al soltarlo,
se enrede a tu corazón
y a mí te mantenga atado.
El pelo me crecerá,
pero las alas: ¡¿cuándo?!
Yo las necesito ya
para poder ir volando
al otro lado del mar,
en donde tú te has quedado

DE LA CENIZA…


[[Que es ceniza
 me pensaba
la pasión que te arde dentro.
Que es ceniza,
y que no llama
lo que se vuelve tormento]]
Enredados en raíces
y ramas que antes plantamos
esquejes de las pasiones
del árbol de aquel verano.
Ahora da sombra y fruto
y las hojas han cambiado
de color a rojo sangre
a los ocres y oxidados.
Ya no verdean,
ni se mecen
al compás que antes marcaron
los vientos de mi Granada.
Ahora es el mar…
¡Qué ingrato!
Sus aguas que son saladas
creí que el árbol secaron.
Le prendí fuego y ardió.
De las cenizas brotaron
mil ascuas y aquel amor
que me creía olvidado.