Con el corazón latiendo
muy cerca de la garganta,
como si acabara el mundo
y los dos solos quedaran.
Las aguas que se encontraron
eran ellos que con ganas,
querían poderse mezclar,
pero es la vida quien manda...
O quizás somos nosotros
que arrastrados y sin ganas
seguimos como corriente
caricias aletargadas.
Quién sabe si el tiempo cruel
que los secretos acalla
quiera que vuelvan a arder
sus corazones en llamas,
cuando ya no haya remedio,
y se hayan roto sus alas.
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